Caso: El valor de una certificación para una empresa

Me llamó un empresario preocupado porque cada vez que iba de su oficina a la planta de fabricación a ver cómo estaban las cosas, sentía que había posibilidades de mejorar; pero al volver a su oficina, aunque continuaba con la preocupación, de pronto tenía que ocuparse de alguna tarea de las que tenía que hacer él personalmente.

Al siguiente día y a otra hora, nuevamente iba a la fábrica y notaba el ruido de las máquinas, un poco de desorden y pensaba en qué se podría hacer para ordenar mejor la producción. Sabía que tenía potencial de incremento de ventas e incremento de la productividad y con esa idea volvía a su oficina…

En otra ocasión, estando en la fábrica se imaginaba la empresa mejor ordenada y como había escuchado y leído sobre las normas ISO 9000, sin saber muy bien de qué se trataba, pero se imaginaba su empresa certificada y exportando, vendiéndole a clientes más grandes, creando más puestos de trabajo y obteniendo mejores beneficios.

Después de escuchar sus preocupaciones e ilusiones y comentarle sobre los programas que hemos realizado en otras empresas con mi equipo, me invitó a visitar la planta y sobre el camino entre las máquinas le fui explicando las posibilidades de mejora. A todas me decía: “Sí, es cierto, ahí están”.

Le expliqué ya de regreso en su oficina, que mi método de trabajo empieza por sensibilizarme sobre lo que quieren los dueños o presidentes de la empresa, entender lo mejor posible el funcionamiento de la empresa y a su personal y proponer una serie de acciones ordenadas para conseguir que sus sueños se hagan realidad.

Realizamos un diagnóstico durante una semana. El siguiente lunes nos reunimos y les expliqué cómo cada una de las posibilidades de mejora se pueden ir consiguiendo si se aplican sistemas de mejora continua, adecuándolos a su empresa, cómo nosotros nos involucraríamos en su empresa y cómo en un plazo razonable se podrían implantar las normas internacionales ISO 9000.

Acordamos las condiciones y presupuestos, nos pusimos a trabajar desde el siguiente día y después de un año y medio, haber ordenado la producción, incrementado la productividad, reordenado el organigrama y reconceptualizado la empresa según las normas ISO 9001, un organismo autorizado certificó la empresa un mes antes de lo previsto, pues todo el personal habiendo recibido el programa de capacitación que diseñamos a la medida, se involucró y reorientó su trabajo a las nuevas formas de realizarlo, focalizándose en la calidad y la productividad.

Certificada la empresa, el personal de ventas empezó a visitar nuevos clientes en El Salvador y otros países. Actualmente, los empleados, los directivos y los gerentes están muy satisfechos porque la empresa ha crecido, está ordenada y exportando un 40 % de su producción. Su crecimiento casi se ha duplicado.

Durante el proceso visitamos una empresa en España, donde por mi amistad con sus dueños quienes fueron mis clientes hace años durante mi tiempo allá, nos atendieron muy bien y viendo cómo había evolucionado aquella empresa se dieron cuenta de la importancia de reorientar la empresa aquí, y de invertir en modernizarla para poder ofrecer una mejor calidad, ser más productivos y crecer exportando tal como antes de este proceso de transformación soñaba el empresario.

Y sí, cualquier sueño razonable se puede conseguir si se suman los deseos de unas personas con la experiencia de otros.

Pedro Roque

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