Derechos y deberes de los niños.

Aprovechando la visita de mi hermana Daysi, “Guanaca” de corazón porque ama a nuestro pueblo y nuestro país y “Gringa” desde hace muchos años y ama Los Ángeles, visitamos Panchimalco en una tarde inolvidable. Entramos a la iglesia, comimos tamales de elote, acompañado de atol con granos de maíz y después, “curioseando” el entorno, entramos a la escuela al lado de la iglesia.

Había un grupo de jóvenes estudiando y dialogando, y como se podía entrar, los saludamos y entramos.

De pronto encontramos un cartel que nos llamó la atención porque dice, DERECHOS Y DEBERES de los niños. Derechos y deberes, con mayúscula para mayor énfasis. Y primero los derechos y después los deberes.

Nos paramos en frente y los leímos uno por uno en voz alta: DERECHOS: Derecho a un nombre. Derecho a la educación y a decir lo que pienso. Derecho a la salud y ser los primeros en recibirla. Derecho al amor, a una familia y vivienda. Derecho a una alimentación y a un buen trato. Derecho a no ser discriminado y a la participación.

DEBERES: Deber de cuidar y respetar el medio ambiente. Deber de respetar las leyes que rigen en la sociedad. Deber de respetar a nuestros padres maestros y mayores. Deber de cooperar en el aula de clases y estudiar con atención. Deber de honrar a los símbolos patrios.

Y todos los derechos y deberes tienen un dibujo ilustrativo que facilita a los niños entenderlos. Después de la lectura pausada y unos segundos comentamos… ¡Si todas las familias, en toda la pirámide social los cumplieran, tendríamos otro país en el mismo territorio y seríamos un país ejemplar, por otras características nacionales y una cultura civilizada.

Si el cartel fuera para adultos, debieran ir primero los deberes y después los derechos, que también si en la misma forma los cumplimos, tendríamos una cultura menos agresiva. Porque aquí, principalmente en el tráfico, lo que priva es el irrespeto y la agresividad.

Con relación al derecho de los niños “a no ser discriminado y a la participación”, recuerdo un chiste del humorista catalán Eugenio, que con su peculiar forma de hablar, en su show de 30 chistes cortos seguidos, preguntaba: ¿Saben aquel que dice?… ¡Hasta que cumplí nueve años me di cuenta que no me llamaba “Cállate”. ¡Se imaginan! Cada vez que preguntaba o quería decir algo, los mayores le respondían, ¡Cállate!… Para mi, el chiste era un regaño gracioso y crítica a la sociedad, que no deja hablar, ni preguntar, ni responde las preguntas de los niños.

Hoy, sucede algo parecido, y con los avances tecnológicos, cuando un niño pregunta algo, como desde los cinco años ya le dieron su tableta electrónica, los adultos le responden: ¡Busca la respuesta en internet, no te puedo atender, estoy ocupado chateando con mis amigos!

Pero, volviendo al tema, dos cosas me alegraron de leer con atención, los derechos y deberes de los niños. Primera, que en mi familia, de padre, madre y diez hermanos, disfrutamos de esos derechos y deberes. Independientemente, que yo, por haberme criado en un taller de mecánica, trabajé y estudié, desde la primaria.

Segundo, que en mis tres manualitos para niños, que redacté y mande a imprimir cincuenta mil, el Manualito de Urbanidad, el Manualito de Calidad y el Manualito de Seguridad, tratamos los mismos temas y algunos aspectos más. Actualmente los están utilizando en los programas sociales de la Universidad Panamericana de San Vicente y por la fundación Pro Paz, que dirige una amiga, en algunos centros escolares de Mejicanos.

Pues sí, estimados amigos, si queremos una mejor sociedad, empecemos por garantizar los derechos y deberes de los niños. Y al revés, los adultos, primero cumplamos los deberes correspondientes y después reclamemos los derechos. ¿Estaría de acuerdo?

Pedro Roque

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