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El menos común de los sentidos.

Cuando alguien va a saltar de la rama de un árbol a una poza de un río por primera vez, el sentido común, innato en todos los humanos, le indica asegurarse de la profundidad de la poza, si hay piedras, el caudal de río, si el agua está limpia o contaminada. Y si está contaminada, que daño puede causar el producto contaminante. Y como cada uno sabe si puede nadar, calcula si ya en el agua será capaz de salir solo o será el hazme reír porque lo tendrán que rescatar otros, que antes le advirtieron no saltar. Y sabiendo que sus compañeros tampoco saben nadar, decidir tirarse, no es suficiente para obligarlos a que también se tiren, pues muchos se pueden ahogar.

En una visita a Las Vegas vi en el Circo de la Luna, un sensacional espectáculo en el que todas las piruetas de los artistas terminaban en una piscina con luces de varios colores. Pero seguro que todos los artistas además de haberlo entrenado miles de veces, sabían todos los detalles sobre la piscina. Muy diferente a quienes se les obliga a tirarse en una poza que no conocen, ni sobre el caudal del río, ni sobre las piedras que le pueden hacer mucho daño.

Y como no es posible prever, ni controlar todas las variables, en otro espectáculo sucedió -supongo que leyeron la noticia- que a uno de los trapecistas haciendo sus piruetas, por un movimiento extremo no lo pudo contener y salpicó al público con lo que sale del cuerpo cuando se tiene diarrea. Mucha gente se fue inmediatamente del espectáculo, la imagen corporativa del circo cayó y con la pandemia del covid-19 en junio del año pasado quebró.

Cuando un paciente visita un médico porque se siente mal, el médico no le da cualquier medicamento, su sentido común y responsabilidad, le indican hacer un diagnóstico para asegurarse, que por los efectos primarios y secundarios, el remedio no será peor que la enfermedad.

Y sobre la responsabilidad en la toma de decisiones importantes para uno y para otros, el sentido común nos indica, pensar, analizar, preguntar y asumir seriamente las responsabilidades actuales y futuras. Cobrar un sueldo y buenas prestaciones, no serán suficiente para compensar las responsabilidades éticas y morales que se asumen, cuando se decide sin reflexionar profesionalmente sobre algo importante que afectará el futuro de muchos.

Se advirtió que nos caerá en estos días arena del Sahara. Si nos afecta por las interconexiones climáticas las tormentas del Sahara en África a muchos miles de kilómetros, donde no habrá ningún salvadoreño, imagine lo que nos incumben las decisiones políticas que se tomen en EEUU, a menos distancia y donde viven y mandan dinero a sus familias varios millones de salvadoreños. No asumir, ni respetar la interdependencia y relaciones con EEUU, también es actuar en contra del sentido común.

Pues viendo tantas cosas que pasan en las familias, las empresas, la sociedad y la política que van en contra del sentido común, precisamente, por sentido común, se debiera hacer un alto en el camino y replantearse si lo que se está haciendo, es de sentido común, cumple las leyes, no implica riesgos temerarios, ni complica innecesariamente las relaciones internas y externas.

En política el sentido común es lo correcto, lo ético, lo sano y que cumpliendo las leyes beneficia a la sociedad. Lo bueno del sentido común es su larga experiencia y validez desde que el hombre tiene inteligencia. No existe el sentido común tecnológico, al revés, a la tecnología hay que aplicar el sentido común…
Es universal y debiéramos utilizarlo desde hace miles de años, pero como aplicarlo requiere disciplina y responsabilidad, sigue siendo cierto: “Es el menos común de los sentidos”.

Pedro Roque

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