
Estuve en un seminario en el que participaron 16 personas, el tema era Mantenimiento. Se explicaron las ventajas y cómo realizar la transformación de un Sistema de Mantenimiento Correctivo, cuya cultura es parar las máquinas cuando se averían, a un Sistema de Mantenimiento Preventivo en el que, mediante la programación del mantenimiento, se evita que se produzcan las averías y las máquinas se pueden utilizar al 100%.
Charlando con algunos participantes sobre la importancia de los temas y lo que puede beneficiar a su empresa, el cambio de lo correctivo a lo preventivo, me respondieron que sí, que sería muy bueno pero que, en realidad, a este seminario, hubiera sido mucho mejor que sus jefes hubieran participado “porque yo soy uno de los ocho técnicos del mantenimiento correctivo”, “pues, en mi empresa, mantenimiento reciben las máquinas cuando se averían, y además, tenemos que trabajar rápido para que se pueda seguir produciendo”.
Los seminarios genéricos, sobre una materia o la implantación de un sistema de mejora continua, son buenos cuando se quiere recibir información de algo que no se conoce, pero no puede ser específico para resolver la problemática especial de cada empresa. Y tampoco es posible que un solo miembro de la empresa pueda ir a implantar un sistema preventivo en una cultura enraizada de correctivo.
Las culturas empresariales difieren de unas empresas a otras, pero en relación con la cultura de los países, existen denominadores comunes muy marcados. Así como en una empresa alemana, todo lo que sucede está previsto en las diferentes cadenas de valor donde todos cumplen, las sorpresas son excepciones y suceden una vez al año. En nuestro entorno, aunque se hayan previsto todos los detalles, hay personas que, argumentando una infinidad de razones, no cumplen a tiempo con sus cometidos y no solo se atrasan ellos sus propias cosas, sino que atrasan todos los procesos relacionados en su cadena de valor. Y en muchas ocasiones, las razones son malos entendidos, procesos realizados con falta de calidad, irresponsabilidad con las pequeñas cosas, suponiendo que no son importantes y que al final termina en un “¡Es que fíjese…!”.
El tipo de formación más eficaz y más eficiente es cuando la gente aprende en su propio entorno, aprende a encontrar mejoras, aprende a solucionar problemas, a trabajar en equipo en un ejercicio real de solución de problemas, e incrementan su valor agregado profesional.
Yo sigo pensando que la formación del personal es una excelente inversión, pero para que lo sea, debe ser eficaz y eficiente en el propio entorno de trabajo.
Pedro Roque