
Con frecuencia utilizo la práctica de los refranes, porque son la experiencia de la vida desde la antigüedad, sobre lo bueno y lo malo de la humanidad y las situaciones que confrontamos.
¡No hay mal que por bien no venga! En los setenta días de trabajo en casa, hemos tenido que aprender el manejo de las TIC y muchos profesionales de la formación las están utilizando y perfeccionando. Algo en lo que, por la evolución tecnológica teníamos que ir entrando, la pandemia obligó a un salto brusco tecnológico para continuar trabajando.
En la Unión Europea, Alemania y Francia reforzando sus relaciones, crearon un fondo de quinientos mil millones de euros para ayudar a las empresas, que como no lo tienen que devolver, muchas se renovarán y les irá mejor después de la pandemia. La industria del automóvil y su paralela de energía solar y eólica doméstica, están a toda marcha para terminar el vehículo eléctrico que se carga en casa durante la noche y al día siguiente está listo para 300 kilómetros sin contaminar.
Aplicando aquí: “Los males nunca vienen solos”, si ya teníamos gran polarización, politización y las extravagancias en las redes sociales, los desacuerdos entre los poderes, la gran tensión politiquera y política, y los abusos de poder, nos cayó el COVID-19, la tormenta Amanda que causó mucho daño y seguimos con Cristóbal, que Dios ayude a que no siga destruyendo. A esto, sumemos el mal del continuo desacuerdo y sus consecuencias económicas, entre el Gobierno y el sector empresarial, sobre cuándo abrir las empresas… Mientras tanto, empresas y empleados, continuamos perdiendo. Por cierto, en las empresas que comenté la semana pasada, donde se organizaron para seguir trabajando, siguen sin tener contagiados, porque aprendieron a protegerse. Es decir: ¡Si se quiere, se puede!
Al margen de esto, no es del todo verdad que el Gobierno podrá ayudar a las familias durante mucho tiempo, como vemos en las fotos que publican con personas recibiendo las bolsas con el escudo y el letrero “Gobierno de El Salvador”. El gobierno no está regalando nada, no tiene recursos propios que ofrecer. Los gobiernos son un gasto necesario de administración para los pueblos. Es con los impuestos y los préstamos que pagaremos las empresas, los asalariados y el IVA que cotizamos todos, que se están comprando las ayudas que se reparten.
Si observa el logo de USAID, la ayuda al desarrollo de los EEUU, abajo dice: “Del pueblo americano”, no del gobierno americano, porque los gobiernos solo disponen del dinero que pagan los ciudadanos y bueno sería que los salvadoreños que reciben ayuda sepan que desde siempre hemos sido y seguimos siendo todos los salvadoreños que cotizamos impuestos los que pagaremos las ayudas, los préstamos y las inversiones que hace y hará el gobierno, incluyendo los dineros malversados y esfumados.
Es tiempo de desgracia y de trabajo conjunto para sacar el país adelante, tomen ejemplo de los países civilizados y ricos de cómo salir de esta crisis, no emulen a los países que antes de la pandemia ya estaban mal y después estarán peor. De momento, El Salvador, sufriendo las inclemencias impredecibles e imparables de la naturaleza y las malas políticas, parece un hogar con gran violencia intrafamiliar, donde los responsables de la casa se pelean, se insultan y golpean todos los días y los hijos impotentes sufren las consecuencias de la falta de entendimiento.
Sí señores, temporalmente al mando, a todos nos gustaría que en consenso y con los números claros resuelvan la pandemia para cuando las tormentas pasen y los ríos vuelvan a su cauce, como dice el refrán: “tengamos la fiesta en paz”.
Pedro Roque