
Para quienes enfermaron y eliminaron al virus, lo bueno es su inmunidad. Para los que están sufriéndolo, que Dios les ayude a recuperarse, y para los que tomamos precauciones, que pase la pandemia sin contagiarnos. Para los que no se cruzaron de brazos esperando ayuda del Gobierno, se estrujaron el cerebro y empezaron con otro negocio de cero, lo bueno es que se reinventaron.
Para las empresas que por su rubro subieron las ventas, la pandemia es la solución para los próximos años.
Para las personas que enfermaron y no sobrevivieron, lo malo es que fallecieron y para sus familias, que perdieron un ser querido. Para las empresas que por decreto ejecutivo cerraron, supuestamente, para evitar el contagio, lo malo serán las perdidas, el incremento del endeudamiento y el tiempo de recuperación de unos cinco años.
Para el sistema financiero la lección de la pandemia quizás será que no son los negocios, sino las personas que están detrás, a lo que le tienen que apostar y lo mismo para las escuelas de negocios que deshumanizan a sus estudiantes enseñándoles que lo más importante son los números. Habrá muchas oportunidades para tesis universitarias en el estudio de casos de empresas que, siendo excelentes, la pandemia las quebró en pocos meses.
Hace unos diez años durante la crisis proveniente de las “hipotecas basura y los ninjas”, de la que todavía no se ha recuperado el mercado inmobiliario, escuché una entrevista con un director de una reconocida escuela de negocios, en la que les preguntaron si se sentían tranquilos después de ver que sus estudiantes brillantes habían provocado una crisis mundial, apostándole únicamente al beneficio a corto plazo, sin considerar las consecuencias en las familias y las instituciones financieras por las que hicieron circular los paquetes de hipotecas basura y muchas quebraron. Y respondieron que sí, que era necesario revisar los programas de estudio para humanizarlos.
¿Y lo feo de la pandemia? Aquí, diferente que, en otros países, el manejo focalizado más en lo político que en la gente. Por las fotos publicadas, las ayudas se continúan entregando en nombre del Gobierno, cuando debe ser en nombre de los salvadoreños. El Gobierno no tiene dinero, lo que hace es administrarlo y por las denuncias diarias en los medios de comunicación, una parte se malgasta en compras amañadas y con sobreprecios, focalizando más intereses particulares que una distribución razonable entre las familias que lo necesitan.
Otra cosa fea: el mal ejemplo de los desacuerdos entre los poderes, que más que buscar el bien social, y se lee en editoriales de personas que analizan, observan y opinan; se continúan focalizando en el protagonismo para medir fuerzas y demostrar “quién manda más”, irrespetando las leyes, amenazando y desconociendo lo científico, lo médico y académico, en lugar de tranquilizar y enseñar a los ciudadanos a protegerse.
Lo feo también es, que muchas empresas pudiendo haber abierto después de un mes del inicio de la pandemia, cuando ya se sabía cómo protegerse, proteger a sus empleados y a los clientes, las mantuvieron cerradas a la fuerza con el falso pretexto de salvar vidas, y ahora esa gente está sin trabajo, desnutridos y endeudados hasta la coronilla. Y lo pésimo de lo feo, son las continuas acusaciones sin respuesta de los señalamientos sobre tantas maniobras que van al saco sin fondo de la corrupción.
En mi caso, lo bueno de la pandemia es la oportunidad de reconversión. Y en lo malo y lo feo, ver y sentir el hundimiento económico del país, aún más profundo de cómo lo dejaron los gobiernos anteriores.
¿Y qué nos toca a la gente honrada? ¡Seguir trabajando y pagando impuestos, sin perder las esperanzas!
¡Ojo, mañana con la apertura desordenada de la economía! Cuídese, que el riesgo de contagio será mayor.
Pedro Roque
Muy buen artículo, adecuado al momento que vivimos, buenos consejos gracias!
¡Gracias, Corina! Saludos.