¡Haz el bien sin mirar a quien! Es la forma más altruista de involucrase, y si muchos lo haríamos, tendríamos una sociedad más humanizada…
El domingo pasado escribí, que es heroico irse a EEUU por el camino que se sabe arriesgado para atravesar México en los trenes “La Bestia”. Y aun no entiendo la razón del nombre, cuando sigue llevando a miles de centroamericanos a la frontera con EEUU.
El tren hace su trabajo, transportar miles de toneladas de productos y miles de centroamericanos hasta el norte de México. Es arriesgado por las condiciones en que se aborda y por el estado de mantenimiento de las líneas férreas, que permiten que los vagones se balanceen, cuando ceden por el peso de la carga. Nada comparable con las líneas férreas soldadas y bien sustentadas, del Amtrak en EEUU, el Bundesbahn en Alemania o el AVE en España.
Pero si algo debe llamarse “bestia”, son la falta de trabajo para alimentar y asegurarle un futuro a la familia, la indiferencia política por la reducción de la emigración ilegal, la falta de políticas económicas que incentiven la inversión nacional e internacional para crear puestos de trabajo, los listos que se aprovechan de la emigración ilegal y los parientes que malgastan el dinero que reciben.
Pero entre tantos problemas y riesgos del trayecto atravesando México, surgen personas que de verdad aplican, “hacer el bien sin mirar a quien”.
Las Patronas y lo escribo con mayúscula por el respeto y el agradecimiento que se merecen. Son mujeres valientes, amas de casa y trabajadoras, que antes que pase el tren por sus pequeños pueblos, recolectan víveres y preparan comida que ponen en bolsas de plástico: “diez tortillas, una libra de frijoles cocidos, arroz, café o fresco de alguna fruta y leche para los niños”. Y también arriesgándose mucho, se colocan muy cerca del borde de la línea del tren para lanzárselas a los viajeros sobre los vagones, que con dificultades los buscan desesperadamente en el aire para agarrarlos, y si algunos caen, los buscan y como el tren es largo, los vuelven a lanzar.
Cuenta una Patrona que desde hace 18 años recolectan víveres, los preparan y ponen en bolsas, le dan una al maquinista para que baje un poco la velocidad y poder lazar toda la comida a esta gente que va en busca de un futuro para su familia. Otra dice: soy madre, tengo cuatro hijos, siento que debo ayudar. Pasado el tren dos patronas exhaustas de lanzar bolsas, lloran por la inmensa satisfacción de hacer el bien sin mirar a quien y desear bendiciones a los viajeros.
Y como este, seguro que conoce más casos en otros lugares y circunstancias, donde personas de forma altruista ayudan. Los médicos sin fronteras, la legión de monjas de la Madre Teresa de Calcuta y aquí en El Salvador, las personas y empresas que apoyan a los que necesitan sin pedir el DUI, ni aprovecharse de la necesidad.
Otro ejemplo en nuestro entorno son las organizaciones que cuidan de niños y adultos con parálisis cerebral, las que cuidan ancianos desamparados, las que llevan comida a los indigentes y a nivel mundial, El Club Rotario Internacional, al que pertenecí muchos años, cuyos dos principios básicos son: “Dar de sí antes de pensar en sí” y “Se beneficia más quien mejor sirve”.
Pues bien, si Usted como particular o empresa ayuda de forma altruista en su comunidad o en su iglesia, es bueno y sígalo haciendo… Y si aun no lo hace y quiere involucrarse en conseguir una sociedad más humanizada, tome ejemplo de Las Patronas, que preparan y lanzan bolsas de alimentos, haciendo el bien sin mirar a quién.
Pedro Roque