
Cuando se inició el proceso de robotización de trabajos monótonos, arriesgados, cansados e incluso penosos, las ideas eran varias, entre ellas:
- Reducir los riesgos de accidentes para los empleados
- Asegurar la productividad y la calidad estabilizada
- Reducir los paros por averías de las máquinas de cada operador
- Reducir personal, pues un robot sustituye a unas 10 personas, haciendo él solo lo que estas 10 harían
Pero el robot necesita personal muy especializado en su programación, operación y mantenimiento.
Antes del robot, la calidad y productividad dependían de la motivación, energía y exactitud con la que los trabajadores aplicando su mente, sus brazos y manos hacían su trabajo.
Después, ya con el robot trabajando, la calidad de las operaciones sigue dependiendo de la gente; es decir, de los técnicos especializados en las funciones que realiza el robot, porque si se descuidan, el robot comete los mismos errores que cometían los trabajadores por cansancio, falta de atención o incluso por la monotonía.
Conclusión:
No importa lo automatizado que estén los sistemas, si las personas NO se interesan por el buen funcionamiento de las máquinas y los equipos, ¡ESTOS FUNCIONAN MAL!
Y lo que es peor, que la gerencia piensa que porque la toma de datos del funcionamiento de las máquinas está automatizado, el proceso está o debería estar funcionando bien.
La automatización de la toma de datos ha causado el falso sentimiento de seguridad que todo funciona bien, y la gente viendo continuamente su smartphone, donde le aparecen los datos de los procesos, asumen que está bien y se han alejado de la realidad de los procesos.
La tecnología es solo una parte, siempre será necesaria la dedicación, la entrega del personal a su trabajo para garantizar el correcto funcionamiento en su globalidad; y por consiguiente, LA RENTABILIDAD…
Pedro Roque