
Siempre prioricé mi salud, mi trabajo y mi familia, y cuando me preguntan por qué, explico que si priorizo mi salud puedo trabajar y con mis ingresos proporcionar a mi familia lo necesario. Así, la verdadera prioridad es mi familia.
¡Nadie regala nada ni hay almuerzo gratis! Todos necesitamos ingresos y en una economía de mercado abierta y democrática, entre mejor salud tengamos y mejor preparados estemos, con una buena estrategia y mucho trabajo podemos superarnos. ¡Es la clave en las economías libres! ¿Y qué está pasando en el mundo desde el COVID-19? Que priorizando la salud se frenó la economía y se dejó de trabajar. Las empresas, pequeñas, medianas, grandes y multinacionales que los gobiernos declararon no esenciales, no están teniendo ingresos, pero siguen teniendo gastos. Y aquí la gente que trabaja para el sustento diario de su familia, por la cuarentena dejó de trabajar y ni ha tenido, ni tiene y si continúa sin trabajar, tampoco tendrá dinero en los próximos meses para mantener sus familias.
Se distorsionó la economía mundial y como no hay dinero y todo hay que comprarlo, en los países del Primer Mundo, con reservas, un buen PIB, credibilidad para obtener dinero y una minoría de población con pocos recursos, el problema económico lo tiene en gran parte resuelto. Y en nuestro país subdesarrollado, donde siempre hubo corrupción, no hay evidencia de que se ha frenado, siguen los desacuerdos de los tres poderes, tenemos un PIB y crecimiento bajos, que el 2020 será menor, cada día con menos credibilidad internacional por falta de planes y la incapacidad de consenso entre el sector público y el privado, lo que se siente y cada día con más gravedad, además de la falta urgente de trabajo y dinero, es que la cuarentena “priorizando la salud” se está volviendo contra todos, pues ni se aplana la curva y con la economía parada y la falta de ingresos, las familias no tienen dinero para sobrevivir sin trabajar.
“Claro”, me dijo alguien, “como quienes deciden si seguimos semanas sin trabajar tienen sus sueldos y sobresueldos asegurados, mantener cerradas las empresas más tiempo no les afecta”; incluso podrían utilizar este tiempo para desesperarnos más y aprovechar políticamente la polarización y politización con la que veníamos, sumándoles la desesperación, el miedo al contagio y el hambre. El miércoles fui a una farmacia y a una tienda en Santa Elena. Ni me dieron sanitizante al entrar ni al salir, ni me pidieron el DUI; nadie limpiaba las superficies, el arco para desinfección de vehículos no funcionaba y en la carretera a La Libertad había dos puestos de comida abiertos y las vendedoras sin mascarilla.
Este jueves hablé con cuatro de mis clientes y amigos empresarios que suman unos 1500 empleados y en ninguna de las cuatro empresas, que han preparado sus protocolos de prevención y capacitaron a sus empleados para evitar el contagio, hay personas enfermas de COVID-19. Sigo pensando que los empresarios conocen los riesgos de contagio, muy bien a sus colaboradores y saben cómo protegerlos; sus empleados quieren trabajar y también saben cómo protegerse, por lo que debiera ser responsabilidad de cada empresario organizarse para abrir las empresas lo más pronto posible y que la gente empiece a trabajar, para pagar las deudas adquiridas y sostener a sus familias con orgullo y por su propio esfuerzo.
El COVID-19 ya es un riesgo más como la delincuencia, los accidentes de tránsito y otros virus y bacterias que viven en nuestro entorno y debemos confrontar. Ya es tiempo de pasar de “Quédate en Casa” a “Protejámonos bien del contagio y trabajemos para recuperar la economía” y nuevamente poder priorizar, la salud, el trabajo y la familia.
Pedro Roque