Esta frase que parece incongruente, nos la explicó don Oliverio Cortéz, un excelente maestro de sexto grado en la escuela Dr. Darío González en San Vicente en 1956. Se la decía Napoleón Bonaparte a su asistente cuando se preparaba para una intervención y tenía que presentarse perfectamente vestido y puntual. Entonces los uniformes tenían muchos botones y si uno se abrochaba mal había que desabrocharlos todos y volver a empezar. Desde entonces entendí lo que hoy se denomina “Time management”, “Self management”, “Gestion del tiempo” o lo que yo llamo “Autogestión”, el arte, la ciencia y los beneficios de la puntualidad.
Según nuestro maestro, los buenos hábitos, como saludar diciendo señor, buenos días, por favor, con permiso, muchas gracias, ceder el asiento, poner atención, hablar correctamente, mirar a los ojos cuando nos hablan, no querer siempre tener razón, dejar hablar sin interrumpir, lavarse las manos antes de comer, no hablar con la boca llena y lustrar los zapatos, entre otros muchas buenas costumbres, si las aplicamos con amabilidad nos distinguirían como personas educadas y nos apreciarían el cualquier lugar al que vayamos y con cualquier persona que nos presentemos, y por supuesto, llegar siempre puntual a la hora que nos indicaran.
Las personas que me conocen, amigos o clientes, en varias ocasiones me preguntaron como es qué a pesar de la costumbre salvadoreña de llegar tarde, siempre llego puntual y espero a quienes inventan argumentos para justificar su impuntualidad. Para algunos es tan normal que ni se disculpan. Otros se sienten importantes llegando tarde y ni imaginan lo que piensan de ellos quienes los esperan.
El tiempo para todos es igual, pasa a la misma velocidad, 60 segundos por minuto y 60 minutos por hora, no hace distinciones, nos pone en igualdad de condiciones, y según como lo gestionemos, bien puede ser el mejor amigo o el peor enemigo, porque al final cada uno decide cómo utilizarlo. Mientras vivamos es gratuito y está a nuestra disposición desde el primero hasta el último latido de nuestro corazón.
Pero volviendo a “Vísteme despacio que tengo prisa”, en términos de calidad es el eslogan norteamericano de los años setenta, “Hacerlo bien a la primera”, de los años ochenta del “Cero defectos de la calidad total” de los japoneses, que comprobé en mi primer viaje a Japón en 1986, para aprender en seminarios y visitas a empresas japonesas los conceptos, sistemas y herramientas de la calidad total.
El mayor beneficio económico y social se logra si las cosas se hacen con la calidad, en el tiempo previsto, son útiles para lo que fueron pensadas y por eso se invirtio en ellas. Si se repite o se repara, no se vende más caro, por el contrario, quizás como segunda, con descuento o habrá que desecharlo. Hay que ser ingenioso y creativo para vender más caros productos defectuosos reconvirtiéndolos en otros.
Aprendido y practicado el “Time management, self management o auto gestión”, el siguiente reto es evolucionar a un planteamiento más humano, en paralelo con uno mismo y los colaboradores y realizar el trabajo propio y delegar, “Sin urgencias, con amabilidad y sin enojos”. Lo contrario son prisas, malas caras, insatisfacciones, equivocaciones, defectos y costos adicionales.
¿Hay técnicas para llegar a esta condición? Si, pero no basta con saber que existen, hay que aprenderlas y practicarlas. El Liderazgo Transformador, es una de ellas.
Y sobre las prisas que aquí son costumbre, las más peligrosas porque pueden terminar mal, son las “falsas prisas y la agresividad gratuita que vemos por doquier”.
Con prisas el tiempo está encontra y produce estrés, sin prisas esta a favor y produce satisfacción. Humanicemos el uso del tiempo y recuerde la frase de Napoleon Bonaparte: ¡Visteme despacio que tengo prisa!
Pedro Roque
Consejo sabio Ing. Roque, lo felicito por tan interesante tema y gracias por compartirlo.
Muy cierto amigo Roque, yo sabia esa frase famosa de Napoleon Bonaparte y si alabarme le digo que una de mis mejores cualidades durante toda mi vida como persona trabajadora ha sido la puntualidad; mi padre QDG, fue mi primer maestro en cuanto a la virtud de la puntualidad. El tiempo es igual para todos, lo malo es que no todos lo utilizamos sabiamente y por eso caen en la vergonzasa de personas impuntuales; algunos dicen que llegar tarde significa ser importante, muy equivocados, las miradas se vuelven hacia esa persona, pero no con alabanza sino a lo oopuesto. Muy tema como de costumbre, siga adelante escogiendo temas valiosos para el publico que tenemos la dicha de leerlos.